Poniéndonos en los zapatos de los otros

La empatía

La empatía es la habilidad de ponerse en los zapatos del otro y pensar cómo se está sintiendo en una situación en particular. Desarrollar esta habilidad le ayudará al niño a establecer las bases para las relaciones socio afectivas de su vida como adulto.

El hecho de que un niño sea empático con otro significa que:

  • Entiende que es un individuo separado a los demás, independiente.
  • Entiende que otros pueden tener diferentes sentimientos y pensamientos.
  • Reconoce los sentimientos que más sienten las personas: felicidad, sorpresa, furia, tristeza, entre otros.
  • Es capaz de observar una situación en particular y pensar cómo se está sintiendo la otra persona.
  • Piensa en cómo podría actuar de manera apropiada en una situación determinada.

¿Qué puedes hacer para apoyar el desarrollo de la empatía en tu hijo?

Empatiza con tu hijo. Por ejemplo, “¿estas sintiendo miedo por el perro? No debes tener miedo de él, es bueno, solo está ladrando muy fuerte y eso puede ser lo que te causa miedo. Yo te abrazaré mientras que se va”

Habla sobre los sentimientos de otros. Por ejemplo, cuando tu hijo ha tomado el juguete de otro puedes decirle: “tu amigo se está sintiendo triste porque tomaste su juguete, por favor dáselo de vuelta y escoge otro para jugar”.

Sugiere maneras de ser empático. Por ejemplo, dile a tu hijo: “Vamos por un poco de hielo para tu amigo que se acaba de golpear”.

Léele cuentos sobre los sentimientos. Algunas sugerencias pueden ser:

  • El monstruo de colores. Por: Anna Llenas
  • El Pez Pucheros. Por: Deborah Diesen
  • Una vez tuve mucho miedo. Por: Chandra Ghosnh Ippen
  • Bebé feliz bebé triste. Por: Leslie Patricelli
  • Cuando Estoy. Por: Gladys Rosa-Mendoza

Sé un modelo a seguir. Cuando tu entablas relaciones seguras y respetuosas o interactúas con otros de manera amable, tu hijo aprende de tu ejemplo.

Expresa tus pensamientos o sentimientos. Este tipo de comunicación modela la importancia de la autoconciencia. Por ejemplo, puedes decir: “A mí no me gusta cuando me golpeas, me duele”.

Valida las emociones difíciles. El enojo, la tristeza y la decepción hacen parte de la vida y los niños necesitan aprender a manejarlas. Permitámosle que las sientan y ayudémosle a gestionarlas.

Usa juego de roles. Jueguen a ser otros personajes y a pensar cómo se sentirían en diferentes situaciones.

Piensa sobre el uso del ‘lo siento’. Enseñemos a pedir perdón y hagamos énfasis en el compromiso de no volver a repetir la acción.

Sé paciente. Desarrollar la empatía toma tiempo. Probablemente tu hijo no sea completamente empático a los tres años. De hecho, una etapa importante y completamente normal de los niños de dos o tres años es cuando se enfocan en ellos más que en los demás y utilizan en exceso las palabras ‘yo’ y ‘mío’. Recuerda que la empatía es una habilidad compleja que se desarrolla por el resto de la vida del niño.

 

Referencias:

Lerner, C & Parlakian, R (s.f.) How to Help Your Child Develop Empathy. [mensaje en un blog]. Recuperado de https://www.zerotothree.org/resources/5-how-to-help-your-child-develop-empathy

Gomez, M. C (2016) La empatía en la primera infancia. Psicodebate. (16) 35-50

Abuelos y tradiciones

Las tradiciones, las rutinas y los rituales que se repiten de generación en generación, otorgan unidad e identidad a las familias. Además, las tradiciones son momentos especiales, generalmente llenos de amor, cercanía y cariño.

Por su parte, los niños desde muy pequeños empiezan a entender las rutinas y éstas hacen posible que ellos creen las primeras nociones temporales, generen autonomía y sientan seguridad.

Por otro lado, María García y Juan García en su libro Filosofía de la educación afirman que la identidad personal se forma a partir de la interacción con otros seres humanos, en medio de una cultura particular. Por lo tanto, las tradiciones familiares, además de ser divertidas, conceden identidad a los niños y sentido de pertenencia. Ellos disfrutan ser parte de las tradiciones, rutinas y rituales familiares.

A continuación, podrás encontrar algunas recomendaciones para incluirlos en ellas:

  • Comparte historias de la familia y canciones. Canta un arrullo que tu madre o padre te cantaron cuando pequeño. Elige historias de cuando tú eras un niño, los juegos que jugabas, los lugares que visitaste o acontecimientos chistosos con alguna mascota.
  • Recuerda que es el trayecto, no el destino. Por ejemplo, tú y tu nieto se divirtieron cocinando una receta familiar, pero cuando estuvo lista tu nieto no quiso ni probarla. La experiencia de verter, agitar y mezclar es más importante que el acto de probar.
  • Prepara a tu nieto para tener éxito. Piensa qué rol va a cumplir tu nieto en un ritual familiar. Por ejemplo, si decorar la casa para navidad es una tradición familiar, busca decoraciones seguras que tu nieto pueda ayudarte a colgar o ubicar.
  • Permanece. Una de las cosas más especiales de los abuelos es que a menudo están felices de permitir a los niños tomarse su tiempo. Piensa en lo bien que se siente estar con alguien que disfruta estar contigo y no te apresura.

Empezar nuevas tradiciones

Recuerda que nunca es tarde para empezar una nueva tradición familiar, una única y especial para ti y tu nieto. A continuación encontrarás algunas ideas:

  • Establece una tradición especial a la hora de comer. Todos los domingos pueden desayunar chocolate con pan o pueden crear una manera especial de agradecer antes de cada comida.
  • Cuenta historias que acabas de inventar especialmente para tu nieto. El recuerdo de compartir historias puede durar toda una vida.
  • Convierte la rutina diaria en una inolvidable. Convierte la hora del baño en una bañera llena de burbujas o inventa hacer un picnic en casa.
  • Utiliza la tecnología para crear nuevas tradiciones. Para aquellos abuelos que hablan con sus nietos por videollamadas, creen un ritual para decir hola y adiós. Por ejemplo, una manera especial para mandar un beso a través de la cámara.

Piensa sobre las tradiciones

  • ¿Qué cualidades o valores crees que representan a tu familia y por qué?
  • ¿Qué tradiciones familiares recuerdas de tu infancia?
  • ¿Qué canciones o libros recuerdas de tu infancia?
  • ¿Qué tradiciones familiares estableciste como padre o madre?
  • ¿Qué tradiciones familiares quieres compartir con tu nieto?

 

Referencias:

Parlakian, R. & Lerner, C (3 de mayo de 2012). That Was Then: Sharing Family Traditions With Your Grandchildren [mensaje en un blog]. Recuperado de: https://www.zerotothree.org/resources/1209-that-was-then-sharing-family-traditions-with-your-grandchildren

García, M & García, J (2012) Filosofía de la educación. Narcea ediciones.

 

El verdadero papel de los abuelos

Quienes hayan contado con la dicha de tener abuelos guardan recuerdos maravillosos de ese apoyo incondicional, los nietos reciben grandes dosis de amor y complicidad, y pocas responsabilidades. El afecto de un abuelo es tranquilo y se disfruta intensamente; ser abuelo es una experiencia maravillosa, única y muy diferente a la de ser padre.

Muchos de ellos, comparten con sus nietos tiempo completo, y es allí, donde deben asumir ciertos retos como la educación de los niños, la imposición de límites y la transmisión de valores pues esto algunas veces puede generar conflictos y confusiones entre padres y abuelos.

Lo importante es tener en cuenta que la guía hacia la educación siempre estará a cargo de los padres; y los abuelos al ser referentes para los niños, deberán guiarse por las normas establecidas. Porque si bien los abuelos no son sustitutos de los padres, representan una ayuda enorme en el proceso de crianza, son transmisores de experiencias y tienen un papel de mucho peso en la formación psicológica del niño, sin mencionar, que son una fuente de amor y ternura.

Para que el papel de abuelo y padre se pueda cumplir de la mejor manera, es indispensable que ambos lleguen a acuerdos sobre límites y recomendaciones. A continuación, mencionamos algunas cosas que se pueden implementar para evitar confusión en los niños.

  1. Procurar llegar a un acuerdo sobre horarios de comidas o tareas, ya que, si se manejan diferentes directrices, los niños pueden confundirse y no trabajar con disciplina.
  2. Si los abuelos quieren enseñar o hacer cosas a su manera está bien, no obstante, debe hacerse de forma positiva. Por ejemplo; puede decir “tus padres te hacen el sándwich de esta manera, yo lo haría así, veamos la diferencia de sabor”
  3. Hacer críticas de los padres frente a los niños, nunca será recomendable, ya que resta credibilidad y autoridad a los padres. Por lo cual el método recomendable será solucionar las diferencias que existan en privado.

Los abuelos deberían poder vivir la experiencia sin tener las exigencias que tuvieron cuando fueron padres, tienen una especie de segunda oportunidad en donde ya no tienen los miedos y las responsabilidades de la paternidad. Para los niños, los abuelos son sus eternos cómplices, una fuente de amor y sabiduría. Para los abuelos, los niños representan juventud y diversión permanente. Cuando nace un niño también nace un abuelo y un mundo nuevo de experiencias para disfrutar.

Un corazón para dos: Creando un vínculo fuerte con tu hijo

En el momento en que decidimos tener un hijo, empezamos a idealizar cómo será, a quién se parecerá, cómo será su temperamento, y cómo va a ser nuestra relación con él. Al pensar en esta interacción, nos imaginamos abrazándolo con ternura, besando sus diminutos pies y manos, haciéndole sentir que a nuestro lado nunca le pasará nada.  Cuando el bebé por fin llega, nos vemos enfrentados a numerosos cambios en nuestro estilo de vida, ahora somos responsables de alimentarlo, mantenerlo caliente, protegerlo, cambiarlo… ¡Estamos a cargo nada más y nada menos que de una vida!.

Poco a poco nos vamos viendo expuestos a una enorme cantidad de información sobre la lactancia materna, el colecho, el vínculo afectivo y la construcción de la independencia por parte de nuestras familias, nuestros amigos, las redes sociales, los libros…  y llega un momento en que no sabemos qué hacer ni a quien creer. Por esta razón, hoy queremos hablarles sobre algunas generalidades del vínculo afectivo, y darles algunos tips prácticos para que éste sea lo más sano posible.

El vínculo se construye a lo largo del primer año de vida de los bebés y se fortalece cuando el cuidador (generalmente la mamá o el papá) proporciona al niño de manera rápida y efectiva aquello que requiere (comida, calor, cambio de pañal, alivio de algún dolor o incomodidad, necesidad de compañía y afecto). Este vínculo es recíproco y duradero: el bebé se apega a su cuidador porque aprende que éste siempre estará allí para velar por él y para ayudarle a sobrevivir; el cuidador se apega al bebé al ver que en sus brazos se calma, que logra alimentarlo adecuadamente, que el niño se ve descansando tranquilo, y que le dedica sus primeras miradas y sonrisas.

Tener un vínculo seguro entre el niño y los cuidadores, va a garantizar que el niño en un futuro se respete, acepte a sí mismo y a los demás, se sienta importante y sepa relacionarse con la gente, maneje responsabilidades, confíe en él mismo, sea abierto con sus padres, sea capaz de aceptar la crítica, admitir los errores y hacer cambios.

 

¿Cómo puedo fortalecer el vínculo afectivo con mi bebé?

  • Atiéndelo siempre que llore o muestre algún signo de incomodidad. Los bebés cuando son muy pequeños no manipulan al adulto. Siempre que “se quejan”, es porque tienen alguna necesidad. Está con hambre? Su pañal está limpio? Tiene frío o calor? Se siente solo? Quiere que lo abracen? Quiere oír la voz de su cuidador?.
  • Háblale mucho con diferentes tonos de voz y muéstrale por medio de tu expresión facial y corporal tu estado de ánimo.
  • Dile que lo amas y abrázalo, bésalo y consiéntelo.
  • Ponle música y cántale. También pueden divertirse un rato y bailar juntos.

Educar a nuestros hijos nunca debe romper o deteriorar el vínculo que hay con ellos. Es tu responsabilidad adquirir las herramientas que sientas que te faltan para educar con amor y respeto.

 

“Mientras les enseñamos a nuestros hijos cómo vivir, ellos nos enseñan de qué se trata la vida” -Angela Schwindt-

 

Escrito por: María Paulina Posada F.

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