Tolerancia y respeto desde casa

Escuchar hablar sobre problemáticas como el bullying y la intolerancia son muy comunes en estos días. Pero más que ser el tema de moda es la realidad en los ámbitos escolares. Toma nota de como educar niños incluyentes que respeten y acepten a sus compañeros.

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Un 70% de los adultos se ha sentido rechazado en algún momento de su vida. Y si bien los juegos pesados y las bromas son el pan de cada día al momento de iniciar la edad escolar, esta problemática ha cruzado los límites de lo aceptable en estos últimos años, gracias a los avances de la tecnología.
El bullying es un problema real y más allá de apoyar iniciativas incluyentes, nuestro trabajo como padres de familia es incentivar el respeto, el amor propio y hacia los demás.
El mejor escenario de las relaciones fuera del hogar, es definitivamente la escuela. En este tiempo los niños crearán lazos afectivos con sus compañeros. Desarrollarán sus primeras amistades y posiblemente los amigos que los acompañarán a lo largo de sus vidas. Sin embargo, el mayor logro de la edad escolar es el libre desarrollo de la personalidad y como el niño va poco a poco construyendo su identidad a través de vivencias y experiencias en el ámbito escolar.
Son estos aprendizajes los que acompañan al niño hasta su edad adulta y es por esto que debemos identificar los malos hábitos y corregirlos a tiempo.

Todo empieza desde casa



No hay duda alguna, los mejores maestros de todo niño son sus padres.
Para los niños el ejemplo de la familia es lo más importante, todo niño imita y repite lo que sus padres hacen, por eso por más influencia que tenga el colegio o el jardín, las bases de la personalidad de los niños empiezan a construirse desde casa.
Como padres debemos tener especial cuidado en reflejar actitudes o comentarios excluyentes. Actitudes como no invitar a ciertos niños a la fiesta de cumpleaños de tu hijo, comentarios sueltos sobre la ropa o apariencia de otros niños, etc… Impactan profundamente sobre el niño generando actitudes que más adelante se convertirán en intolerancia y discriminación.
Todo es cuestión de ser ejemplo, si un niño tiene padres amables y cordiales con sus semejantes, el niño adaptará este tipo de conductas.
Ser incluyente empieza con acciones pequeñas que marcan la diferencia. Ser considerado con los habitantes de calle, no hacer comentarios peyorativos ante las personas que consideramos “diferentes” y sobre todo no mostrar actitudes de recelo frente a quienes no viven o piensan como nosotros, es empezar a crear ambientes saludables y conductas de paz.

Enseñando a construir relaciones sanas.

 

Muchas veces a los colegios y jardines llegan padres preocupados porque sus hijos no se integran con sus compañeros de clase. La respuesta es: Enséñales a ser amables, solidarios y compasivos.
Aprender a convivir y tratar a nuestros semejantes como iguales es un trabajo arduo que se refuerza en el hogar. Bien lo dice el dicho “Para hacer amigos, hay que mostrase amigo”

Excluir es otra forma de violencia.

El rechazo y la exclusión son conductas que bajo ninguna circunstancia deben ser toleradas. Muchas veces las bromas y las burlas dejan secuelas emocionales muy profundas en los niños, las cuales tiempo después pueden generar problemas de inseguridad y aislamiento.
Hay que delimitar este tipo de actitudes, ya que este tipo de agresiones no deben minimizarse a “cosas de niños”

Estar siempre dispuesto

Siempre escucha lo que tus hijos deben contarte. Sus experiencias y vivencias les darán las herramientas para forjar su carácter y el simple hecho de darles la confianza para que ellos te compartan todas sus inquietudes, les dará la seguridad que necesitan para ser adultos saludables e inclusivos.

(Ver artículo Desarrollo infantil: Los niños y la tecnología)

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